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26 El espíritu, dando un alarido y sacudiendo violentamente al muchacho, salió de él. Este quedó como muerto, tanto que muchos decían: «Se ha muerto». 27 Pero Jesús lo tomó de la mano y lo levantó, y el muchacho se puso de pie.

28 Cuando Jesús entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado:

―¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?

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